
La terapia presencial ofrece un enfoque directo y personalizado que puede ser muy efectivo en el tratamiento de la ansiedad, la depresión y el trauma. A continuación, te comparto algunas de sus ventajas:
Aunque las sesiones presenciales requieren desplazamiento, estar físicamente presente en el mismo espacio permite establecer una conexión directa y fortalecer la relación terapéutica, lo que facilita la apertura emocional y la disposición para abordar temas delicados como la ansiedad, la depresión o el trauma.

Al estar en un entorno físico compartido, la comunicación no verbal (como el lenguaje corporal y las expresiones faciales) es más clara y directa, lo que ayuda a comprender mejor los sentimientos y emociones del paciente. La interacción cara a cara puede hacer que algunos se sientan más cómodos y dispuestos a explorar emociones más complicadas, fomentando una relación más profunda con el terapeuta.

Aunque las sesiones presenciales pueden requerir más organización en cuanto a horarios y desplazamientos, muchas personas lo encuentran más cercano y cómodo. Además, al estar en un entorno terapéutico, se facilita la concentración y el enfoque durante la sesión.

La terapia presencial ofrece el beneficio de contar con un espacio exclusivo y dedicado al proceso terapéutico, lo que permite a los pacientes desconectar de las distracciones del hogar o del entorno cotidiano. Este espacio, separado de las responsabilidades diarias, crea un ambiente de reflexión y autoconocimiento, ayudando a las personas a centrarse en sí mismas y en su bienestar emocional.


¿Te identificas con alguno y te gustaría trabajarlo en terapia?
Tipos de terapia
El enfoque terapéutico se define en función del estado emocional y las necesidades individuales.
Dudas que pueden surgirte
En la primera sesión de información, me encuentro con algunas preguntas que me gustaría exponer y responder: